Reliquia de Santa Eulalia de Mérida

LA RELIQUIA DE SANTA EULALIA EN LA BASÍLICA DE MÉRIDA

Tras el martirio de Santa Eulalia, se depositan sus restos en un túmulo, que atraía la devoción de los cristianos. Tras la construcción de una iglesia, en la que se colocaron estos restos, los personajes con más poder, intentan ser enterrados, cerca de donde se encuentran estas reliquias.

Dentro de la gran devoción que se tenía a las reliquias, de santos y mártires, había un escalafón y unas eran más importantes que otras, según la popularidad de estas, y esto se convertía en una devoción que atraía cristianos de todas partes. La posesión de estos restos de los mártires y santos, tenía una importancia capital en los lugares en los que se encontraban, no sólo por su aspecto religioso, sino también por el económico, y de su importancia incluso política, que estas otorgaban a las ciudades en las que se encontraban. Los miles de peregrinos, que accedían de todas partes, daban una popularidad a la ciudad en la que se encontraba, e incluso importancia y seguridad política. La llegada del rey Silo, desde Asturias para recoger los restos de la Mártir Eulalia, no tiene sólo un sentido religioso, impulsado por los deseos de los cristianos de Emérita y de otras partes que se habían refugiado en el Norte, y que querían tener a su mártir cerca, tiene también un sentido político, porque su presencia da solidez a un reino que estaba empezando.

En «el Libro de las vidas de los Santos Padres de Mérida» podemos ver los intentos del rey visigodo Leovigildo, en el s. VI, de llevarse la túnica de Santa Eulalia a Toledo, para asentar de esta manera su poder, y dar un «caché» que no tenía, a esta nueva capital del Reino.

Amenaza con torturas terribles al obispo Mausona: «O me presentas la túnica que fraudulentamente has substraído; o si no me la presentas, haré descuartizar tus miembros de suplicio en suplicio» Le respondió así, impertérrito, aquel soldado de Dios. «Ya te he dicho una y otra vez, que no me aterran tus amenazas. Que se ensañe contra mí cuanto pueda tu perversa imaginación. Yo en cambio ni temeré ni llevado por el miedo, te presentaré lo que pretendes. Has de saber que eché esa túnica al fuego, la hice cenizas que mezcladas con el agua, la bebí» Y tocándose con al mano el estómago, añadía; «Convéncete de que una vez que la bebí reducida a polvo está aquí dentro de mi vientre. Jamás te la devolveré » Decía esto, porque, sin saberlo nadie, doblándosela sobre el pecho, se la había ceñido envuelta en paños bajo sus vestidos». Un siglo antes Eulalia había protegido la ciudad de una invasión terrible y aterradora.

El rey godo Teodorico tras arrasar todo a su paso, se dirige hacia la Lusitania, hacia Mérida. Según nos cuenta Hidacio, el rastro que las tropas godas van dejando, es terrorífico, saquean todo lo que encuentran y queman el resto. Habla del canibalismo entre los supervivientes, ante las terribles hambrunas, y de cómo las fieras acostumbradas a los cadáveres, atacan ya a hombres sanos.

Llega pues Teodorico a las puertas de la ciudad de Mérida, que había sido una plaza fuerte de los suevos, aunque quizás ya no lo fuera, pues el suevo Heremigario, había sido derrotado y muerto por los vándalos en las cercanías de Mérida en el 429, «había muerto ahogado en el Guadiana por la mano de Dios». Aunque todavía, en el 448, había muerto en la ciudad, “invicto y pagano” el suevo Rechila. Hidacio nos cuenta, cómo la intercesión milagrosa de Santa Eulalia, hace que Teodorico respete la ciudad cuando se disponía a entrar a saco

«[…] En el quinto año de Marciano, año 494 de la era, Teodorico, rey de los godos, penetró en las Hispanias con un ejército considerable, por voluntad y orden del emperador Avito.  
[…] Teodorico, aterrado por las noticias inquietantes para él, abandonó Mérida poco después del día de la Pascua, que fue el II de las kalendas de abril. De vuelta a las Galias, dirigió una parte de su séquito, compuesto por pueblos varios con sus jefes, hacia los Campi Gallaeciae. Siguiendo sus órdenes, estas gentes, criadas en el engaño y en la mentira, penetraron en Asturica. Los saqueadores de Teodorico habían entrado en nombre de Roma, bajo el falso pretexto de una expedición contra los suevos supervivientes, simulando la paz con su arte habitual de la traición. Sin tardar masacraron a una muchedumbre de hombres y mujeres que se encontraban allí

Tras la invasión musulmana, una vez conquistada la ciudad de Mérida, esta solicita a Oviedo que le devuelva las reliquias, que el rey Silo se había llevado, y se afirma en las crónicas que había paz «causa matris». («por causa de su madre», seguramente viuda, y unida a cualquier jefe musulmán). Era muy común ante la ausencia de mujeres entre los moros recién llegados, el casarse con mujeres del norte, con lo que además con estas uniones, se establecían pactos de no agresión. Así pues, pudo llevarse sin problemas los restos de Eulalia, que se convertiría en patrona de Oviedo y adalid y patrona de la Hispania del momento. La demanda de las reliquias de la Mártir, por parte de Mérida, daría origen al primer poema escrito en bable, mostrando su negativa de entregarlas.

«Pleitu entre Uvieu y Mérida pola posesión les cenices de Santolalla

Cuando examen les abeyes

y posen de flor en flor,

si les escorren s´espanten

vanse y non facen llabor,

dexando el caxellu vieyu

pa buscar otru meyor.

Santa Olalla fo l´abella

que de Mérida ensamó,

enfadada que adorasen

les fegures de llatón

Entonces el rei Don Sil

andaba en guerra feroz

colos moros que querín

encabezase en Lleón.

Permitiólo aquesta Santa

que les vitories-i dio,

matanza faciendo nellos

fasta que en Mérida entró.

Llegó al pueblo d´esta ñeñaque temblaba de pavor

A la derecha de la Basílica de Santa Eulalia, antes de pasar el arco por el que se accede a la sacristía, se encuentra esta pequeña reliquia de la Mártir y también, otra del padre Cristóbal de Santa Catalina, otro ilustre emeritense. La Asociación de Santa Eulalia, consiguió que se les donara en 1976, una pequeña reliquia de la Mártir.

Acta Notarial de esta entrega dice así.

«En Mérida a nueve de Diciembre de mil novecientos setenta y seis…
Siendo las diecinueve horas del día expresado, se constituye en la Parroquia de Santa Eulalia al objeto de presenciar la entrega de la Reliquia a la que se hace referencia en el acta inicial -» Están presentes diversos personajes, como el obispo de Badajoz.

Don Manuel Hernández Martínez, Traumatólogo de Mérida, «manifestó después de dicho reconocimiento, que la reliquia examinada correspondía … con la vértebra axis de Santa Eulalia»

«La vértebra «AXIS» de la Santa mide cinco centímetros en su diámetro transversal y otros cinco en el antero-posterior y tiene una altura de tres centímetros y medio»

Mérida, después de salvarse de la desaparición de los restos de la mártir por el rey Silo, como ocurrió con la Basílica, que fue destrozada por los invasores musulmanes, y que fueron llevadas a Asturias, volvía en 1976, a tener una reliquia del cuerpo de Eulalia, que fue recibida con todos los honores, como se esta se merecía. Y ahí está para veneración de todos.

Carmelo Arribas Pérez
Mérida a 11 de enero de 2023