“En el Trecenario ofrecemos la veneración y nuestro cariño a Santa Eulalia y también nos sirve para profundizar en nuestra Fe”.
La Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia celebró del 13 al 26 de septiembre su tradicional Trecenario a la Mártir, patrona de la ciudad de Mérida y de la Juventud de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz inmersos aún en tiempo de pandemia y por consiguiente con las estrictas medidas de prevención sanitaria, por lo que se realizó dos ejercicios diarios, uno a las 09;30 horas y otro a las 20:30 horas, y en esta ocasión la imagen de Santa Eulalia se ubicó en el presbiterio, más cercana a sus devotos.
En este Trecenario se pidió que por intersección de Santa Eulalia, nuestros hogares sean reflejos de la Casa de Nazaret, siguiendo el ejemplo de José y María y sobre todo de Jesús, al igual que sería la casa de la Mártir Eulalia; además de «rectitud de intención» (hacer las cosas por amor a Dios, al prójimo y por espíritu de servicio) y «purificar nuestro corazón» ( haciendo examen de conciencia, purificarnos con el sacramento de la penitencia). «Son los dos pies para caminar». Meditemos sobre la figura de San José , que es un evangelio vivo para nosotros, especialmente por ser una persona de vida ordinaria, solo hay en él Fe, obediencia de la Fe y la sencillez, y el fiarse de Dios. Así como la Mártir, que sufrió la experiencia moral y física del Martirio por Jesús, nosotros tenemos también nuestras propias pasiones: dolor, sufrimiento, deterioro, enfermedad, etc.., por ello sepamos acogernos a ellos voluntariamente para que nos sirva de instrumento de salvación.
Asimismo, se ha pedido que tengamos como tarea en nuestra vida el buscar la experiencia personal con Dios, ya que esa experiencia nos cambiaría la vida. Tenemos que experimentarla y hacer que los demás la tengan. «Que el testimonio de San José, San Pablo, San Mateo y Santa Eulalia, presentes en las Eucaristías de este Trecenario, y su experiencia con Dios, nos anime y ayude a cada uno a buscar a Dios en nuestra vida».
También se ha reflexionado de lo que es la vida, – un encanto, un regalo de Dios -, por eso no merece la pena que nos amarguemos por cuestiones insignificantes. Estamos más preocupados de lo material que olvidamos de lo importante, de la esencia de Dios… esto sucede muchas veces y ha ocurrido a lo largo de la historia del hombre, por eso debemos ser consciente de lo que tenemos, de todo lo que Dios nos da, porque no sabemos lo que nos puede deparar el futuro.